domingo, 17 de enero de 2010

Una patología llamada Amor

“En la soledad oscura de una habitación, con el retumbar sigiloso de un sonido que alerta en la cuadra de mi casa, quizás por ahí uno que otro ladrido y la canción de un grupo que pide con acordes tomar la noche en sus brazos; un taxi que se desprende del piso, unas botellas que fueron juzgadas contra un poste y un escritor enamorado, que busca pleitesía por los suspiros que adornan un mes más a su razón de vivir… Quizás así se describa mejor el horario y escritorio donde trabaja mi cautiva vida”

Parece que fue ayer cuando te bese por primera vez. Como ya te lo dije, no es difícil recordar aquel momento donde las piernas me temblaban, mis gélidos labios pedían el calor de los tuyos por la conmoción de sentimientos que hubo en ese instante; las miradas entrecortadas, nerviosos de no saber con qué nuevo mundo nos íbamos a chocar; la emoción nos envolvía y el destino lujurioso más y más tus labios con los míos, unía. Hasta que en un explotar de perturbaciones, ese secreto que escondíamos al cogernos de la mano, se hizo público ante la mirada de la soledad, y encantados por el quebranto temeroso hicimos gala de lo que hasta ahora nos mantiene vivos, amarnos con nuestra extraña manera de poder Amar.

Una locura de por medio, un suspiro eterno es el telón, miles de butacas con tus sentimientos y los míos, con el Amor como único director. Tú y Yo, como neófitos actuantes; innumerables actores secundarios a nuestro alrededor, hacemos el papel de protagonistas ahumados que alborotamos con un beso, el mundo de nuestro alrededor. Quizás la novela estará cortada, por un kilometro que de pronto se multiplicó; los sentimientos nunca se moverán de sus butacas por que el director y el productor destino de pronto a los protagonistas ahumados, unió.

Como siempre en nuestras conversaciones, pasaré de lo romántico a lo científico. Seguimos actuando sobre ese libro que a diario se escribe con cada función de nuestros sentidos, y mi vida pasó de ser un simple y enamorado protagonista a ser un complicado y agónico caso clínico de tu vida. Ahora diagnóstica este infectado cuerpo y sálvalo con tu narcótico Amor, pronostica una posible recuperación con los sutiles fármacos que abonaras a mi cuerpo y fundamenta cada paso que darás tomando mi mano, que esta patología de amarte tanto está evolucionando como virus para extrañarte amando.

“No estoy postrado en una camilla pero si en la intensidad de tus sueños y la vía que has colocado en mis venas ya está transportando el Amor que sientes hacia mí. No pretendas olvidarme que mí enamorado cuerpo pasará de un simple coma a un punto que dictará su final; date un segundo para recordar una locura y el tiempo necesario para volverla a vivir; acuérdate de cada pelea fantasma, inmortal sonrisa, faena académica, cena ligera o las partes donde yo la hacía de embustero para estar a tu lado y tú de niña malcriada para vivir a mi costado…”
A María Luisa.
Sinónimo y Antónimo de mi Vida.