…”Quisiera citar aquellas sabias palabras que algún día un González Prada lanzó como cuchillas a la conciencia de la gente, desatando quizás un efímero sentir o una eterna impotencia ante la desigualdad; o conversar ilimitadamente con un Ricardo Palma a ver si al contagiarme de algunas tradiciones no sigo traicionando el honor de mi país; convDAertirme quizás en la regla de las rimas de un tal Melgar y apasionar a toda una nación con tan sólo suspirar… Pero me pregunto si aún existe la vergüenza en el cambio o la necesidad de orgullo en cada alma criolla y supuestamente Peruana que existe.”
Vivimos un momento tan difícil en el Perú que a la vez es perfecto para superarlo, quizás mis palabras son un tanto intrascendentes y no curen la herida que se ha dibujado desde que dejamos de creer; pero siento que mi voz es un certero voto a mi conciencia y así mientras tanto comenzaré a creer en mí.
No pretendo juzgar gobiernos, ni políticos, ni alguna forma de poder; al final todos vivimos en una misma selva y con el pasar silencioso del tiempo, los que vivimos mantenidos por la pena debemos aprender a sobrevivir, no comiendo de las esperanzas habladas, ni de la hipócrita máscara de la bondad sino del fruto de cada esfuerzo que sudamos sin cesar. Soy peruano y siempre grito cada gol o punto que ciertos jóvenes nos regalan cuando la pasamos mal, quizás no todo es alegría cuando sudamos una diagonal roja en el pecho pero he aprendido a soñar cada vez que despierto. Simplifico cada quejido social que escucho al caminar; aborrezco cada crítica que no construyó ni un hangar; desnudo cada idea escondida apartándola de la temible frase del ¿Qué dirán?; dejo de respirar si es posible para no tratar de incomodar, convirtiéndome en un fantasma empedernido en cambiar por lo menos unas vez al día, ese pensamiento frustrado que mis queridas tentaciones empujan más y más a fracasar.
Quisiera poder escribir un poco de economía o por qué no de política, hablar de desempleados o de los miles de profesores que gritaran una eternidad, hablar de la pobreza o quizás de algún soldado caído por el terrorismo; pero económicamente yo no tengo mucho y mi política me dice que me encuentro totalmente desempleado, por no aprender de esos profesores que vivirán siempre de la pobreza de un país, convirtiéndose así en un soldado más que se vestirá de terrorista para cambiar las cosas.
Después de todo, no le imploraré a una divinidad a que nos saque de esta desgracia; ya me olvidé de rezar y rogar cuando hay tanto que hacer, no sé si dejar un diezmo como ayuda o dárselo a quien ha pedido ayuda siempre, no sé si creer mucho en la costumbre o no creer nada de mis esperanzas, solo intentaré soñar, hacer y volar; quizás así me sienta más libre.
…”El Perú es un árbol caído que busca de alguien para ser obrado, anímate a ser un leñador más… Recuerda que si te sientes cansado, partirás con un recuerdo eterno llamado ESFUERZO y serás enterrado en un inmortal ataúd que será tu OBRA.”