Gran parte de mi vida ha tenido un escenario, al cual muy poco mencione. Algunas veces considerado como la “Tierra de mi sueños” y otras como “Las cuatro paredes de un escolar”… Pequeña como caserío pero inmensa como una fortaleza… Mi Chachapoyas.
Entre cerros de colores y mágicos paisajes se encuentra la tierra donde nací. Siempre bañado por sentimientos costumbristas y cargando la culpa de la gente que dentro de ella baila al paso de alguna danza que ya se agota y se mantiene moribunda. Conformado por barrios que endulzan la tenue neblina que cada mañana, esta mi tierra brota en signo de molestia por algún miembro que de más, movió el sombrero. Con sus calles angostas que piden a gritos no pasos de caballos pero si dignos caballeros y las casas forradas con la fachada que mis ojos nunca se cansaron de mirar.
De sus entrañas y cortando muchas raíces, podemos encontrar que aquí ni las moscas pueden morir de hambre; alguien que ah nacido en el seno de mi tierra y no sabe lo que es masticar pues tan solo vio a la Chumaychada y más no la escucho. Hasta la ceguera más profunda sabe que las riquezas no vienen en cofres dorados y si tan solo creemos que lo vemos es suficiente pues es mejor embarcarse a la aventurera vida de nuestros antepasados… De aquí salieron ilustres personajes que algún día llevaron el nombre de esta imponente capital a los oídos de la inmortalidad y que ahora nosotros los reflejos actuantes convencidos por el conformismo, desentonamos las líneas de algún himno que la fuerza, honor y la victoria, crearon.
Que orgulloso me siento de ser parte de este pedacito de monumento que la historia con laureles de agua, poco a poco hizo crecer; pero que decepcionante también puede uno sentirse de tan solo andar por sus venas y no oxigenar cada gota de sangre que ella derramo por nosotros. Quizás los que nos encontramos fuera de ella, hablamos de las muchas riquezas que posee pero que nunca ni siquiera por coincidencia visitamos, o también decimos alardeantes y efusivos: ¡Soy Chachapoyano!, pero por dentro la conciencia nos destierra por ser hipócritas culturales.
Bueno, creo que por estos tiempos ya vivimos otra laya y nos encontramos en una época en donde la juventud chachapoyana y el poder intelectual que este sostiene, vive amasándose hasta quedar firme y tomar forma para cambiar la criticada fachada que mi tierra aun mantiene, por la culpa que algún terno y corbata sin cerebro y sin amor a los que hace, causó. Pero también seamos consientes de que la tentación se encuentra dentro de ella, quizás con nombres encendidos y paredes fosforescentes, con grandes hombres de negro parados en las puertas, vigilando a que el alcohol sea efectivo y el placer sea excelente consejero.
Desnudemos a la amarga realidad que nos aqueja y tomemos el valor de pensar en el presente y no fallar en el futuro por el bien de nuestras queridas generaciones que esta nuestra cuna, Chachapoyas, acogerá sin resentimiento alguno…
A Chachapoyas.
Cuna de riquezas y desdenes.